Desconocido en la mayor parte México, el ciguri de los tarahumaras constituye el elemento principal en la medicina indígena rarámuri, una medicina fundamentada en elementos sincréticos y místicos, que difícilmente podremos entender en forma correcta algún día, mas ahora no podemos ignorar sus prácticas que han pasado desapercibidas por largo tiempo, en el cual sus sabios maestros han ido perfeccionando sus técnicas y han dado origen a prácticas sui generis dentro de su contexto cultural; una de ellas es la ingestión del ciguri o la popular danza del peyote, la cual es relativamente nueva, siendo ésta una mezcla entre costumbres rarámuris-wirráricas, los cuales en sus peregrinaciones a wirikuta —lugar sagrado, ombligo del mundo— lograron comerciar el hikuri sobrante con los rarámuris, los cuales no van a la caza del peyote. Las diferencias culturales entre estos dos grupos son notables, ya que el sincretismo religioso se hace presente los tarahumaras, mientras que los wirráricas aún mantienen creencias autóctonas, es por esto que su ritual se diferencia fácilmente, las influencias de este ritual peyotero llegaron hasta Estados Unidos en el siglo XIX y XX, donde sus diferentes grupos étnicos han adaptado estas prácticas según sus necesidades.
La espiritualidad del pueblo rarámuri, se hace presente en este ritual, donde se prepara una bebida con el peyote, ésta tiene un potencial psicodélico notablemente alto, para su preparación se utilizan peyotes frescos que al ser machacados con un mortero especial sueltan un líquido un poco espeso, éste se deja en el recipiente por un rato mientras se siguen machacando los demás peyotes, después este líquido que contiene la mezcalina, se mezcla con el tesgüino que está preparado previamente, el alto poder embriagante de esta bebida la hacen única en el medio, siendo diferente la ingestión de ciguri que la del peyote, esto es debido a que el tesgüino por sí solo posee un podre embriagante, ya que éste se podría considerar un simple tejuino pero altamente fermentado, éste produce altas cantidades de alcohol, siendo la más fuerte de todas la bebidas utilizadas en el occidente de México por los indígenas.
Su sabor no es desagradable, sin embargo es muy probable que la falta de costumbre para ingerir este tipo de bebida nos provoque malestar estomacal junto con vómito, lo bueno es que estos malestares sólo duran poco tiempo, después las formas vívidas y caleidoscópicas nos alegran el viaje a lo más profundo de la conciencia, su potencial visionario es único y difícilmente igualable pos sustancias de origen natural, la embriaguez provocada por esta bebida puede ocasionar un daño al organismo debido al alcohol que contiene, por eso importante que tomemos en cuenta la dosis que vayamos a consumir, la mecánica es la misma que en le ingestión simple de peyote, con dos a tres peyotes estaremos listos para una experiencia agradable, mas el tesgüino deberá de cuidarse minuciosamente en su dosificación, poco menos de un cuarto de litro será suficiente por persona para obtener una experiencia sin complicaciones y satisfactoria.
El que verdaderamente ha bebido ciguri, hombre y no fantasma indeterminado, sabe cómo están hechas las cosas y no puede ya perder la razón porque es Dios el que está en sus nervios y desde allí lo conduce...
Antonin Artaud
