Tarahumaras y Huicholes comparten la costumbre de ingerir peyote y por ello conocen a la perfección las cactáceas psicoactivas que se encuentran en el desierto, una de ellas es el llamado: peyote brujo, jicurí sunamé —falso peyote— o simplemente tsiwiri. Esta cactácea crece al igual que el peyote en zonas desérticas o semidesérticas, su poca popularidad hace de esta cactácea algo mucho más fácil de encontrar que el peyote, por lo que es muy común su consumo dentro de comunidades rarámuris, ellos a diferencia de los huicholes —que no lo usan ya que creen que provoca locura—, lo consumen con fines mágicos, inclusive se tiene la creencia de que el tsiwiri tiene un poder mucho mayor al del peyote, y debido a ello su poder queda reservado a los sabios.
Para ingerirlo se mezcla con agua y después se machaca por completo para crear una mezcla espesa, su sabor es muy amargo y desagradable, por lo que es común que al momento de su ingestión cause vómitos. Los tarahumaras, a diferencia del peyote, no lo mezclan con tesgüino y tampoco lo ingieren solo, ellos mencionan que debe ser ingerido así, ya que su poder es tan fuerte que mezclarlo con tesgüino sería contraproducente. Por su parte los huicholes le tienen tanto respeto a este cactus que pocas veces se atreven a comerlo, ellos mencionan que el Tsiwuiri provoca demencia a quien lo consume sin estar preparado, sin embargo experimentados maracames han consumido en ceremonias religiosas.
El principio activo de esta cactácea es la feniletilamina, la cual provoca fuertes alucinaciones acompañadas de un leve sentimiento de euforia que estimula los sentidos de una manera que al principio los cambios son casi imperceptibles, para después convertirse en una extraña sensación de ligereza mental y avidez a la socialización que seguido de fuertes cambios a la percepción se va perdiendo hasta llegar a un punto de elevación en el cual todos los sentidos están trabajando al máximo, en dicho estado podemos escuchar ruidos a kilómetros de distancia o escuchar el sonido de la música y descifrar qué sonido está haciendo cada instrumento.
Esta cactácea proporciona una experiencia notablemente diferente a la del peyote, ya que su combinación de múltiples efectos no se lleva a cabo por el peyote. Su poder psicoactivo es tan alto que no es necesario comer más de dos ejemplares para comenzar a sentir sus efectos.
Los tarahumaras emplean el cacto con fines mágicos y creen que impide los robos ya que éste pide ayuda a los hombres armados...
Richard Evans y Albert Hofmann
